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7/26/2004

A partir de ahora te llamarás Sen

Ahora que he conseguido juntar el suficiente dinero, me he hecho con el DVD edición especial de El Viaje de Chihiro. Creía que se habían acabado las unidades a la venta, pero por suerte quedaba una en el videoclub Metrovideo que descubrí hace un par de meses (menos mal que nadie la compró mientras andaba flojo de dinero).

Ahora estaría bien poder verla, pero sin DVD-ROM en el ordenador, y el cuarto de estar donde está el reproductor inutilizable por las obras, me tendré que conformar con leer el libreto y ojear las ilustraciones que vienen como extras. Una lástima, porque es una de mis películas favoritas (la vi tres veces en el cine cuando salió).

A muchos de mis amigos les resulta chocante que a mis 22 años sea capaz de disfrutar de la animación. El problema es que en occidente estamos demasiados acostumbrados a las ñoñerías Disney orientadas a menores de 14 años. Ésto me parece un error, porque la animación no es más que otra forma de expresión artística como lo es el cine de imagen real, algo que no debe encasillarse a una edad determinada. Especialmente cuando es a costa de saturar una película de canciones, meter mascotas parlanchinas y soltar gracias que sin carantoñas no tendrían sentido. Por no hablar de coger historias clásicas y enternecerlas de tal manera que son irreconocibles (véase el Jorobado de Notre Dame - Victor Hugo debió retorcerse en su tumba - o Hércules).

Lo más sangrante para la industria de animación tradicional de Estados Unidos es que Chihiro no sólo es una película que está orientada a niños, sino que un adulto puede verla sin fruncir el ceño con chistes malos, mascotas y demás a cada minuto. Y a juzgar por los comentarios de IMDB no soy el único adulto al que le encanta.

Algunos creen que Chihiro es algo fuera de lo común incluso en Japón, pero en realidad que sea la primera película japonesa en ganar el Oscar de animación no significa que sea especialmente superior al resto. Hay gran cantidad de películas que han sufrido indiferencia en la Academia de Hollywood merced a la desbordante influencia de los estudios estadounidenses (de hecho Chihiro fue presentada por Disney a los Oscars, ya que Buenavista la distribuía). Ya en el 84 producciones como Nausicaä (del mismo director de Chihiro) resultaban muy superiores a la animación occidental. Pero los monopolios saben muy bien como protegerse de amenazas externas, como prueba que Disney lleve años bajando recaudación pero a la prensa le siga sorprendiendo que otros le quiten los premios.

En resumen, que resulta triste que después de décadas, a estas alturas la animación en occidente siga sin plantearse como un recurso válido para mentes adultas, más allá de películas muy alternativas. Y luego se quejarán cuando los japoneses y coreanos se coman el mercado con patatas.
Renovarse o morir.

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